MENTA QUE ALIVlA Y REFRESCA– Además de colocar al afectado en un lugar fresco, lo trataban con infusión de menta, que dejaban enfriar, obviamente, antes de utilizar. Preparaban grandes cantidades de infusión con hojas de menta (fresca si es posible) y cuando estalla bien fría empapaban varios paños de fibra natural y los colocaban sobre la frente, la nuca, el pecho… del afectado. Tan pronto como los paños se calentaban, volvían a remojarlos en el agua de menta y a ponerlos de nuevo en la piel del doliente.
ROMERO EN LOS PIES– Otra forma que tenían nuestras abuelas de “reanimar” a los que sufrían insolación era friccionar durante un par de minutos sus pies con alcohol de romero, que ahora puede encontrarse en cualquier tienda especializada, pero que antes preparaban ellas mismas.
HOJAS DE COL EN LA CABEZA– Y para las personas muy aficionadas a tomar el sol, las abuelas siempre tienen un buen consejo: cubrirse la cabeza siempre con un sombrero o pañuelo bajo el cual conviene ponerse una hoja de col mojada.