FRÍO, FRÍO…– Cuando recibimos un golpe, lo primero que hay que hacer es aplicar agua fría sobre la zona afectada o, mejor aún, un cubito de hielo envuelto en un paño de algodón fino o una gasa. El frío aliviará el dolor, hará bajar la hinchazón y evitará que salga, unas horas después, el temido cardenal.
PATATA RALLADA– Después de recibir estos “primeros auxilios” puedes aplicar sobre la zona afectada una cataplasma hecha a base de una buena cantidad de patata cruda rallada. Fíjala con una gasa y unas tiras de esparadrapo y renuévala con frecuencia tantas veces como sea necesario. El frescor de la patata evitará las pequeñas hemorragias internas que dan lugar a los moratones. Este remedio resulta también muy adecuado para evitar los ojos morados.
LOCIÓN DE ORÉGANO– Otro remedio muy utilizado por nuestras abuelas es la loción de orégano. Prepara una infusión concentrada de orégano, deja que se enfríe y empapa una gasa con ella. Aplícala sobre la zona contusionada varias veces al día.