Exfoliante para un cuerpo diez: Nuestras abuelas sabían lo que era una crema exfoliante mucho antes de que las “inventaran” las casas de cosmética. Ellas la hacían mezclando harina de garbanzos con leche hasta obtener una crema ligeramente rasposa y con ella frotaban la piel del cuerpo mediante un masaje suave. El mejor momento para hacerlo es durante la ducha, sobre la piel húmeda. Cuando ya hayas masajeado todo el cuerpo, aclara con abundante agua tibia y, finalmente, aplícate una crema hidratante. La harina de garbanzos te permitirá lucir una piel suave y sin impurezas.