Remiendos sin aguja e hilo: Hay desgarros en la ropa que resultan difíciles de remendar. En estos casos, el huevo te puede echar una mano. Pinta con clara de huevo el revés del desgarro, junta los bordes del mismo y cúbrelo con un trozo de tela del mismo color que la prenda. Coloca un paño húmedo y pasa la plancha caliente sobre todo ello. Este improvisado remiendo resistirá varios lavados.
Embudo improvisado: Si necesitas un embudo para rellenar frascos pequeños, como los de perfume, coge media cáscara de huevo y practícale un agujero con un alfiler.
Suelos de linóleo: Para darles brillo, echa dos yema de huevo batidas en un litro de agua y aplícalo, bien repartido con una esponja, por todo el suelo. Aclara media hora después con agua limpia.