Un refresco que abre las ganas de comer: Si preparas las endibias “a la francesa”, es decir, cocidas, no tires el agua de la cocción. Las abuelas, que lo aprovechaban todo recomendaban este caldo para abrir el apetito, sobre todo si se tomaba antes de comer. Si se toma frío, el caldo de endibias resulta muy refrescante. En los pueblos se utiliza para quitar la sed en verano.
El laxante más antiguo y eficaz: Cuando no existían los laxantes químicos que se utilizan en la actualidad, las endibias eran un remedio muy popular para aliviar el estreñimiento. La sabiduría popular aconsejaba comer endibias a diario, preferentemente crudas y en la comida del mediodía, hasta solucionar el problema. Es un remedio contundente que, ¡lo más importante de todo!, no convierte el problema en crónico.
“Mano de santo” para el hígado: Si el hígado no te funciona como debiera, incluye abundantes endibias en tu alimentación. Y es que esta verdura, como casi todas las que tienen un sabor amargo, favorece el funcionamiento de este importante órgano.
Después de tomar antibióticos…: Los antibióticos son muy eficaces para curar muchas dolencias, pero tienen un inconveniente: alteran la flora intestinal. Si los antibióticos te sientan “como un tiro” puedes tomar, durante y después del tratamiento, abundantes ensaladas de endibias. Te evitarás problemas.