EMPLASTOS DE ARCILLA Y ALGAS– Nuestras abuelas combatían el dolor de las rodillas aplicándose emplastos calientes, ya fueran de algas, de arcilla o de consuelda. Sentían alivio desde los primeros momentos en que se aplicaban estas cataplasmas, a las que recurrían tanto como era necesario, sobre todo cuando el dolor de estas articulaciones se hacía cada vez más insoportable.
ORTIGAS EN LA BAÑERA– Además de estos emplastos calientes, las personas que castigaban mucho sus rodillas solían darse baños con hojas de abedul o de ortiga. Esta última planta incluso combate el dolor si se toma, cocida, en sopa, en infusión…
BEBE ZARZAPARRILLA– Nuestras abuelas también confiaban muchísimo en una planta cuyas raíces se habían utilizado para dar sabor a una bebida refrescante. Se trata de la zarzaparrilla, con la que preparaban infusiones que bebían regularmente para prevenir tanto el dolor como la inflamación de las articulaciones de las rodillas.