ACEITE DE GIRASOL EN LA PIEL– Si nuestros antepasados no tenían a mano hierba de San Juan, echaban mano del aceite esencial de lavanda, que ellos mismos elaboraban, aunque hoy en día puede encontrarse en cualquier tienda especializada. Mezclaban cuatro gotas de aceite de lavanda con dos gotas de aceite de girasol, lo disolvían bien y con este preparado daban suaves fricciones en las zonas doloridas del enfermo.
MASAJES CON CAYENA– Las abuelas también ponían la curación del enfermo “en manos” de la cayena reducida a polvo. Mezclaban media cucharadita de cayena con un chorrito de vinagre, lo calentaban un poco y lo aplicaban en el cuello del doliente para darle calor y alivio.
UN ZUMO TRAS OTRO– Como los afectados de paperas no pueden tragar nada sólido, les preparaban zumos de frutas (nunca de cítricos: naranja, limón…) o de verduras, ya que, además de acelerar su curación, combaten el estreñimiento, muy común cuando se enferma de paperas.