ABUSA DEL SABROSO PEPINO– Nuestras abuelas, en esta época de la vida, se preparaban enormes platos de ensalada de pepino para suavizar los síntomas de este proceso. Ahora sabemos que esta verdura ayuda a mejorar el equilibrio hormonal que se altera durante la menopausia.
ADIÓS A LOS SOFOCOS– Además del pepino, para controlar los típicos sofocos, preparaban una infusión de zarzaparrilla en un vaso de agua muy caliente y se tomaban después el líquido, filtrado, a pequeños sorbos. Así lo hacen también, desde tiempos inmemorables, los nativos del Amazonas para combatir los sofocos y sudores. Otra forma rápida de aliviarlos, heredada también de la tradición popular, es a base de baños templados con hojas de vid. En los bolsos de nuestras abuelas no faltaba nunca un pulverizador con agua en la que habían dejado reposar una pizca de artemisa, para rociarse la cara cuando los sofocos las atacaban en los momentos más comprometedores.