CON EL “AMOR DEL HORTELANO”…– Para cortar la hemorragia recurrían a una planta llamada “amor del hortelano” por su propiedad de “engancharse” a las piernas de los caminantes, también conocida como aspérula. Majaban una cuantas hojas y las aplicaban directamente en los orificios nasales. Por su gran poder coagulante la hemorragia se detenía con una rapidez extraordinaria.
ACCIÓN DIRECTA– Existe otro remedio que las abuelas proponían a sus hijos más osados, ya que no a todos es agradaba el método. Se trata de espolvorear un algodón con alguna de las hierbas indicadas para ello. Sus preferidas eran el hipérico y la hierba de San Roberto. Primero reducían a polvo las hojas de la planta, machacándolas bien con una almirez y pasándolas después por un tamiz. Espolvoreaban el algodón y, acto seguido, o colocaban en la nariz sangrante. La hemorragia se cortaba. A los que eran propensos a padecer hemorragias, sus madres les daban una infusión de eufrasia hecha con una cucharadita de la planta en una taza de agua hirviendo.