UNA CEBOLLA ENTRE LAS CENIZAS– Sin perder tiempo, pon en marcha el mismo plan al que sin duda recurría tu abuela cuando se levantaba sin voz. Busca una cebolla y, si tienes la suerte de tener una chimenea, ásala directamente entre las cenizas y luego cómetela entera mientras guarde el calor. Y si no puedes preparar la cebolla de esta manera porque no tienes chimenea, te damos otra opción: Cuece a fuego lento dos cebollas con dos cucharadas de miel en un litro de agua durante una hora, hasta que queden bien deshechas, y reserva la mezcla. Toma cuatro cucharadas al día y veras cómo vas recuperando poco a poco la voz. Piensa que nuestras abuelas, sobre todo en épocas de frío, preparaban este remedio cada dos por tres.
¡DULCÍSIMAS GÁRGARAS!– Si tu afonía es de armas tomar, pon en marcha la segunda parte del plan, que te encantará, ya que se prepara con algo que es cincuenta veces más dulce que el azúcar: el regaliz. Consiste en hervir 10 gramos de regaliz en dos vasos de agua. Utiliza este preparado para hacer gárgaras tres veces al día.