CON UN HUERTO Y UN MALVAR…– En ocasiones, ella preparaba una especie de cataplasma que se aplicaba en los pezones siempre que le dolían o le salían pequeñas grietas aunque no estuviera dando el pecho a su hijo. La base de este ungüento son las hojas y flores de malva, una planta muy querida por mi abuela, que siempre mencionaba el refrán “Con un huerto y un malvar hay medicinas para un hogar”. Cogía una pizca de malva, un trocito de manteca de cerdo un poco de vaselina, lo mezclaba y después se lo ponía en los pezones.
APLIQUES DE MANZANILLA– Cuando no tenía tiempo de preparar el ungüento anterior, lo que hacía simplemente era una infusión bastante cargada de manzanilla y, antes de que se enfriara, humedecía con ella una gasa y, bien escurrida, se la aplicaba sobre los pezones hasta que sentía alivio.
DULCES MASAJES– Otra de las soluciones rapidísimas y muy efectivas a las que recurría mi abuela era untarse los pezones agrietados con aceite de oliva o miel y darse un masaje muy suave.