PEPITAS DE CALABAZA CON ACEITE– Para conseguir una piel blanca e inmaculada mi abuela preparaba un ungüento con el que conseguía aclarar y casi hacer desaparecer las manchas de su cara. Machacaba en un mortero una pizca de pipas de calabaza y, cuando casi las tenía reducidas a polvo, las mezclaba con un chorrito de aceite de oliva. Esta pasta se la aplicaba cada noche en todas las manchas y, aunque hubieran desaparecido, seguía poniéndosela unos días más como prevención.
FRIEGAS DE PARIETARIA– A veces, dejaba de ponerse esta pasta de pipas de calabaza y aceite de oliva y se frotaba las manchas con una infusión de hojas de parietaria. Eso sí, si tenía la piel irritada por lo que fuera, nunca se ponía nada para evitar problemas.
ARÁNDANOS CADA DÍA– Recuerdo que mi abuela me decía que si yo, de mayor, no quería tener manchas como ella, me acostumbra a comer cada día un puñado de arándanos frescos y que si no los tenía, tomara mermelada hecha con estos frutos tan sabrosos.