MASAJES DE ACEITE DE OLIVA– Esas protuberancias azuladas que no pocas personas lucen en sus piernas, sobre todo la que pasan muchas horas de pie y casi no dan un paso, se pueden combatir con masajes de aceite de oliva o de almendras dulces. Pero para mejorar las varices no sirve cualquier tipo de masaje, me decía mi abuela. Siempre conviene hacerlo de abajo hacia arriba, es decir, siempre en dirección al corazón para activar la circulación sanguínea.
INFUSIONES VERDES Y AJO– Fruta y verdura frescas nunca faltaban en casa de quienes tenían varices, pero sobre todo siempre había grandes cantidades de lechuga y perifollo. Con estas dos verduras se hacían infusiones y se las tomaban templadas a razón de tres al día, preferiblemente tras las comidas. Además de estos alimentos verdes y sanos, mi abuela recomendaba el anti-varices por excelencia: el ajo. Con un diente al día es suficiente.
EJERCICIO PARA LAS PIERNAS– Mi abuela también repetía que quien tiene varices lo mejor es que coloque siempre que pueda las piernas en alto y que camine a paso ligero durante un buen rato.