MASCARILLA DE TÉ– Muchas cremas de la actualidad contienen té en su composición. Y es que esta planta, ligeramente astringente, resulta muy adecuada para eliminar la grasa de la piel. La infusión de té frío, aplicada a diario con un algodoncito, te dejará el rostro fresco y limpio, sin sombra de grasa. Si utilizas té negro, además, lograrás que tu piel adquiera un atractivo tono dorado.
COMO UNA ROSA– La loción de rosas que preparaba mi abuela era famosa en todo el pueblo. Se preparaba mezclando dos partes de agua de rosas (en droguerías y farmacias) y una parte de agua de colonia. Aplica esta loción en las zonas grasas (frente, nariz y barbilla) y evitarás brillos.
LA BELLA MARÍA ANTONIETA– Otro remedio famoso de la época era la mascarilla de María Antonieta. Se conseguía calentando a fuego lento un cuarto de leche, una cucharadita de zumo de limón y otra de coñac. Cuando no queme, se aplica sobre el cutis y se enjuaga a los quince minutos.