BUENOS ZUMOS Y BUENAS ENSALADAS– A los niños que se quejaban del oído cada dos por tres, mi abuela les ponía a “dieta”. En estos casos, recomendaba sustituir los productos refinados por los integrales, y, sobre todo, aumentar el consumo de alimentos crudos (frutas y verduras). Cuando atravesábamos una mala racha, en cuanto a dolor de oídos se refiere, nos obsequiaba con riquísimas ensaladas, zumos de fruta y macedonias. ¡No había medicina más agradable y eficaz!
¡MAMÁ, PUPA!– Si el oído empezaba a doler antes de sufrir males mayores, mi abuela recomendaba echar a diario, dentro del oído, dos o tres gotas de aceite de oliva que había calentado previamente con sus manos. Es una buena costumbre que mantendrá alejado el dolor de oídos.
CATAPLASMA DE PATATA– Otro remedio de urgencia para confortar un oído que empieza a dar la lata, es la cataplasma de patata. Se hierve una patata, se aplasta con el tenedor y, sin dejar que se enfríe totalmente, se aplica sobre el pabellón auricular. El calor de esta cataplasma alivia el dolor.