CENIZA, DE LOS PIES HACIA LA CABEZA– En una de aquellas antiquísimas palanganas que usaban para lavarse, echaban un puñado de ceniza, una pizca de salvado y otra de pimienta y lo cubrían todo con agua muy caliente. Cuando estaba más templada, metían los pies durante largo rato, frotándolos uno contra otro. El dolor de muelas desaparecía mientras hacían este sencillo gesto.
EL SECRETO, EN TU INDICE- Al mismo tiempo, se practicaban una especie de masaje en los laterales del dedo índice de la mano, justo a la altura donde nace la uña. El secreto está en ejercer presión en este punto, que está directamente relacionado con la dentadura. Las abuelas sabían que haciendo esto el dolor se aliviaba de forma rápida.
LA ANESTESIA DEL CLAVO– Una vez más puedes echar mano de clavo de especia, cuyo aceite tiende virtudes anestesiantes. Puedes utilizarlo de dos formas, como lo hacían antaño: masticando un clavo sobre la muela que duele o mezclando dos clavos con agua hirviendo para hacer gárgaras cuando el agua este tibia.