VINAGRE DE SIDRA… ¡AL ATAQUE!– Pero hay muchos otros remedios que también ponían en práctica nuestras abuelas cuando no existían esos sofisticados champúes para combatir esos parásitos. Lo primero que hacían era lavar la cabeza del niño con un cuarto de vinagre de sidra diluido en un litro de agua. Le frotaban muy bien el cuero cabelludo y no se lo enjuagaban hasta una hora después para que actuara bien contra los piojos.
CEPILLADOS ENÉRGICOS– Las plagas de piojos suelen propagarse en escuelas, pero pueden aparecer en cualquier lugar donde haya un niño cuya higiene deje mucho que desear. Por eso, la imagen de una abuela cepillando enérgicamente la larga melena de su nieta era antes muy común. Así se aprecia con facilidad si el cabello tiene “huéspedes”.
ABRÓTANO “AHUYENTADOR”– Para prevenir que estos parásitos se acomodasen en las cabezas de sus hilos o nietos, las abuelas también les aplicaban el agua de una infusión hecha con hojas de abrótano, una hierba que repele los insectos y que se utiliza también para ahuyentar las polillas de la ropa.